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Lo primero que tenemos que reconocer es que vivimos en una sociedad MACHISTA, ya que si no reconocemos el problema difícilmente lo vamos a solucionar. Esta sociedad machista está compuesta por ambos sexos, en la que el sexo masculino se cree siempre en posesión de la verdad y con todos los derechos y en la que el sexo femenino esta adoctrinada para la sumisión y a la espera de su salvador.
Este posicionamiento viene dado por decenios de años de cultura impositiva, y como tal hoy en día sigue dando coletazos en nuestra sociedad. Eliminar de un plumazo tantos años de cultura machista es imposible, y para muestra los datos que año tras año se recogen, por lo que tanto mujeres como hombres tenemos incrustado en nuestro ADN el machismo, ellos con su papel de superioridad y ellas el de sumisión, y no hablo solo de lo que aprendemos de nuestros mayores, también tenemos que incluir toda la información que nos llega por todos lados.
Os preguntaréis a que viene esto, muy sencillo, cuando en el día de hoy he leído un titular que aparece en el diario 16, “Siguen sin creer a las maltratadas”, en el que se habla del último caso de una mujer asesinada y en el que se nos da a entender que todo falla y que salir de la Violencia de Género es algo casi imposible algo en mi interior se revolvió. Lo siento me niego en creer esto y os explico mis motivos.
En primer lugar tenemos que reconocer que todo es mejorable, eso por supuesto, y también debemos de reconocer que hoy en día hay muchos profesionales que atienden a las mujeres que están concienciados con esta problemática y que ponen todo sus esfuerzos y conocimientos en realizar su labor con la mayor profesionalidad posible.
Pero claro, todo no es un jardín de rosas, en todas las profesiones tenemos personas que van, echan sus horas y hasta el día siguiente, o aquellos que, aunque ponen todo su ímpetu en realizar bien su trabajo, no tienen los conocimientos suficientes. A esto tenemos que añadir lo que os comentaba al principio, “vivimos en una sociedad MACHISTA” por lo que no es raro que ejerzamos nuestra labor sin darnos cuenta de este matiz, el cual hace, de una manera más o menos inconsciente, que muchas de las afirmaciones que puede realizar una mujer maltratada la tratemos como nimiedades, vamos que como si no pasara nada, y como en el caso de la última mujer asesinada, no se le dé la importancia que tiene y se categorice como una riña doméstica.
Por desgracia Stefany puede que no diese con las personas adecuadas y debidamente formadas en ese momento en el que intentó hacer llegar a la sociedad su mensaje de auxilio, lo mismo no dio con personal debidamente formado en el cuartel de los cuerpos de seguridad, o con una jueza con mayor profesionalidad y con las manos menos atadas, no sé, son conjeturas mías, pero me da la sensación que cada vez es más importante formar, formar y formar a los agentes implicados en estas situaciones y de dotar de los medios necesarios para saber que ocurre realmente, lo mismo todo se habría solventado si Stefany y su asesino hubiesen pasado por la consulta de un psicólogo antes de que la jueza dictara su enjuiciamiento.
Quien sabe, lo que sí sé es que esta cultura machista que tenemos aferrada a nuestro ADN, la escasa formación de muchos de los agentes que atienden a las Víctimas y la falta de medios han dado como resultado que Stefany no pueda estar entre nosotros y ver crecer a sus hijos, y como ella otras muchas que han sufrido su mismo desenlace.
Por lo tanto, yo sí creo a las mujeres maltratadas y como yo muchas más personas que las atienden a diario y que poco a poco vamos formándonos y consiguiendo quitar de nuestro ADN el machismo que nos incrustó la sociedad. Lo que hace falta es que se forme y se dote del presupuesto necesario a todos los agentes implicados en la atención a las Mujeres y empezar a educar en igualdad y valores.