Como dice Octavio Salazar, “utilizar términos de este tipo está muy bien como herramienta para llamar la atención sobre lo androcéntrico y machista que es nuestro lenguaje” (entrevista en Diario de Sevilla), y en eso estoy totalmente de acuerdo con él, pero no es lo que se está haciendo.
Todo comenzó con el los y las y ha terminado derivando en una amalgama de términos que lo que terminan consiguiendo es que la sociedad se pitorree de tan absurda forma de hablar, y la verdad es que es hasta cansino escuchar el continuo miembros/miembras, políticos/políticas, ….. portavoces/portavozas. De tanto usarlo está perdiendo su tinte reivindicativo.
Sé que es muy complicado la utilización del lenguaje inclusivo cuando hablamos, ya que nunca se nos ha enseñado a utilizarlo, pero las personas que dirigen nuestro país deberían hacer un esfuerzo por dar ejemplo, (algo que tienen olvidado muchas de ellas), y si tenemos que cambiar nuestra gramática hagámoslo, pero no inflijamos las normas. En su mano está el poder cambiarlo, eso sí sería un acto real, un ataque al machismo gramatical de nuestra lengua, pero el circo que se ha montado con el los/las, miembros/miembras, portavoces/portavozas, no solucionan nada, ya que de tanto usarlo en lugar de resaltar una injusticia lo que consiguen es sacar más de una sonrisa o carcajada.
Y aquí es donde quería llegar, son muchas las cosas que tenemos que cambiar en esta España nuestra, demasiadas, pero si en lugar de trabajar en ello, dedicamos todos los esfuerzos a poner parches, nunca conseguiremos ser #CadaVezMasIguales, y mientras cambiamos las reglas del juego, tenemos que exigir que se cumplan las reglas que tenemos vigentes y no hacer cada cual lo que le venga en gana.
¿No estamos exigiendo que en Cataluña se cumpla la Ley? Si queremos que la sociedad pueda convivir en paz y que esta España nuestra no se convierta en un escenario del viejo oeste, donde cada cual actúa bajo sus propias reglas y únicamente sobrevive el que más rápido desenfunda, no podemos hacer creer a la sociedad que yo hablo como me da la gana, pero tu respeta las normas, que si no lo haces, te sancionaremos.
Si de verdad nuestra sociedad desea alcanzar una igualdad real entre mujer y hombre, debemos ajustarnos a las reglas vigentes en todos los ámbitos y cambiar las que, como el artículo de la Constitución que determina la sucesión a la Corona, sean discriminatorias.
Si seguimos haciendo un circo al intentar ser las personas más feministas del mundo lo único que conseguimos, además del hazmerreir de la sociedad, es seguir dando cancha a los grupos postmachistas que no dudan en aprovechar cada una de las meteduras de pata que realizamos.